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divendres, 11 de setembre del 2015

Ribeira Sacra


Ribadavia

La otra región que visitamos durante mis días en Galicia fue la bellísima Ribeira Sacra. Empezamos viendo de lejos Ourense, cruzando dos de sus puentes: el espectacular y moderno ponte do Milenio y el bello Ponte Romano, que en realidad es un puente medieval construído donde había un antiguo puente romano. 

Empezamos visitando Ribadavia, capital de la región de Ribeiro, donde se producen algunos de los mejores vinos gallegos. Situado a los pies del río Avia, el centro histórico de Ribadavia es precioso, construído a base de enormes piedras de gris granito, tanto las casas como el empedrado de las calles. Me gustaron mucho los pequeños soportales en forma de arco donde refugiarse de la frecuente llovizna. El laberíntico centro incluye una de las juderías más grandes de la península, ocupando la parte entre la muralla sur y la plaza de la Magdalena. En esa plaza se encuentra la antigua iglesia de la Magdalena, del siglo XVIII, que actualmente se encuentra desacralizada. En ella había una curiosa exposición del antiguo teatro de marionetas que recorría los pueblos de Europa en el medievo. La antigua sinagoga ya no existe, por desgracia, ya que fue sustituída por una casa tras la expulsión de los judíos en 1492. En la plaza mayor se encuentra el Centro de Información Xudía, frente a la bella Casa Consistorial, de la que llama la atención su pequeña torre anexa con un campanario de hierro forjado, muestra del poder económico que tenía la sociedad civil local para poder costearse este tipo de construcción, frente a los campanarios religiosos.  De hecho, en la cercana plaza de García Boente se encuentra la antigua Casa da Inquisión. También en el centro se encuentran dos pequeñas iglesias románicas, como la de Santiago o las de San Xoán. En una de  Otro de los edificios remarcables son las ruinas del Castelo dos Condes de Ribadavia, del siglo XV. 

Es una lástima que nos perdiéramos la Festa da Istoria, una fiesta que se celebraba al fin de semana siguiente, donde todo el pueblo se viste con ropajes medievales y se organizan casetas con productos típicos y actividades de la época, además de representarse la entrada de los antiguos Condes.

El cañón del Sil

Pero el plato fuerte de esta zona serían las riberas del río Miño y su gran afluente: el Sil. Las verdes colinas y densos bosques que rodean el impresionante cañón del río Sil serían suficientes para justificar una visita. Pero es que, además, la zona está plagada de antiguos monasterios de gran valor histórico-artístico. El único problema de esta zona rural es que está bastante mal comunicada si necesitamos transporte público, por lo que lo mejor es alquilar un coche.

Nosotros empezamos la ruta en el antiguo monasterio benedictino de Santo Estevo, actualmente Parador Nacional. Aunque allí hubo un monasterio desde el siglo VI, el enorme edificio data del siglo XII. Además, cuenta con numerosos añadidos. De hecho, la fachada principal es barroca. Allí visitamos su bella iglesia y alguno de sus interiores, especialmente los tres claustros, donde destaca el claustro románico, de gran serenidad y belleza. Encima de este claustro se construyó un segundo piso posteriormente siguiendo el estilo gótico flamígero. El claustro renacentista, por su lado, es muchísimo más grande, y de hecho, es el que conforma la entrada principal. Dos de los lados se encuentran totalmente acristalados debido a las reformas y adecuación para ser parador.

Continuamos por la carretera OU-0508, recorriendo uno de los lados del cañón del Sil, hasta llegar al impresionante mirador de la columna desde donde se observa como el caudaloso Sil bordea una colina en el fondo de su cañón en el conocido como "encoro de Santo Estevo". Tras las preceptivas fotos seguimos hasta llegar al camping "Canon do Sil", que dispone de otro bellísimo mirador hecho con tablas de madera que sobresale de la montaña. Las fotos aquí también salen chulas. Finalmente, fuimos al mirador de Cabezoá, mucho mas moderno que los anteriores, y rodeado de castaños y robles.

Tras tanta belleza paisajística empezamos a descender el cañón por una pequeña carretera hasta llegar al las ruinas del monasterio de Santa Cristina, también románico. Parte de su antiguo claustro sigue en pie, rodeado de vegetación que ya recubre por completo la otra mitad. El lugar tiene una cierta magia ya que la frondosidad de la vegetación hace que solo se cuelen algunos rayos de sol creando un ambiente de cuento.

La pena es que por motivos de logística y tiempo nos dejámos mucho por ver. De hecho, yo recomendaría pasar al menos una noche para poder hacer alguna ruta de senderismo por la zona. La Ribeira Sacra es un lugar magnífico para desconectar unos días y relajarse en un entorno rural de ensueño.

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