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dissabte, 5 de febrer del 2011

Alcalá de Henares

El pasado sábado fui con algunos amigos de Valencia y con una de mis compañeras de piso a Alcalá de Henares. Esta bonita ciudad (su centro histórico para ser más exactos) es patrimonio de la humanidad-UNESCO. Por ello, a pesar del frío, la lluvia y el granizo, la visita fue muy provechosa.

Llegamos allí a mediodía, empezando la visita a la bonita plaza Cervantes, donde se encuentra el ayuntamiento decimonónico y desde la que se ven las torres de la universidad. Es curioso el hecho de que la parte de la plaza que antiguamente dependía del "Concejo" está soportalada, para poder acoger las tiendas del antiguo mercado semanal. Sin embargo, la jurisdicción diferente de la que gozaba la antigua Universidad Complutense, que funcionaba casi como un pequeño estado, hizo que la parte izquierda de la plaza no fuera soportalada, por decisión universitaria. Otra de las cosas que nos llamó la atención fue la gran presencia de cigüeñas, y de sus enormes nidos, situadas en los campanarios de la ciudad. Era curioso el claqueteo que hacían con sus grandes picos.

Bajando por la también soportalada, empedrada y muy castiza calle Mayor, llegamos a la bonita catedral gótica, dedicada a los niños Santos Justo y Pastor. Es muy agradable pero tiene un enorme órgano contemporáneo que, en mi opinión, destroza la continuidad histórica del edificio.


Volvimos de nuevo a la calle Mayor, buscando ya locales donde degustar las tapas por la que es famosa esta ciudad. Normalmente una cerveza o refresco cuesta unos 2'50€ incluyendo una magnífica tapa que la acompaña. Y creedme que son enormes, de gran calidad y deliciosas. El primer local al que fuimos, El Baserri, muy castizamente ambientado y situado en mitad de la calle mayor, ofrecía varias tapas de calidad y decidimos pedir varias para ponerlas en el medio y compartirlas. Cremosa morcilla de León, delicioso chorizo al vino del Bierzo, sabrosa rosca de jamón, jugoso bollo preñado, ricas migas, crujientes calamares, excelente lacón a la gallega... estas fueron algunas de las delicias que pudimos degustar.

El Indalo es el segundo local al que fuimos, muy conocido tal y como mostraban las fotos del dueño con diferentes personajes del famoseo español. Lo cierto es que estaba a rebentar y encontramos una mesa después de esperar un rato. Chipirones a la andaluza y un pincho moruno con patatas fueron las dos tapas que pude degustar aquí.

Y por si con esto no tuviésemos poco, faltaba el postre. Rosquillas de Alcalá, a partir de un suave hojaldre dulcemente glaseado y Costrada, una especie de merengue con crema en la base y pedacitos de almendra por encima. Esto nos lo tomamos en el horno de la plaza Cervantes, justo antes de dirigirnos a la Oficina de Turismo, desde donde salía el guía que nos haría una visita al casco histórico de la ciudad.

Empezamos viendo una antigua residencia estudiantil del Renacimiento, sobria pero interesante, para pasar a dos iglesias de la ciudad. La de Santa Úrsula no me impresionó demasiado, excepto por el báculo del cardenal Cisneros expuesto en el pequeño museo anexo. Se trata de una pieza de arte nazarí, arrebatada por el prelado tras la conquista de Granada. Portar esa vara de mando dejaba claro a los habitantes de Granada quién era el nuevo dirigente del poder.

Recorrimos la calle de Santiago, abierta por el cardenal Cisneros paralela a la calle Mayor para desatascarla, y de paso derrumbar decenas de casas de la morería. El nombre de la nueva calle no fue casual... Santiago apodado "Matamoros". Para acabar de redondear esta humillación a los musulmanes que vivían en Alcalá, su mezquita fue destruida y sus restos utilizados para construir una nueva iglesa destinada, adivinen... a Santiago, efectivamente.

Llegamos al Palacio Arzobispal, antiguamente uno de los grandes palacios de Europa pero que fue en gran parte destruido por un incendio durante la época de la Guerra Civil. Aún así, los edificios que quedan guardan parte de su antigua majestuosidad y uno puede llegar a imaginarse la suntuosidad del lugar del que hizo su residencia habitual el todopoderoso cardenal.


Anexa al palacio encontramos, en una agradable plaza cubierta por grandes árboles, la iglesia de San Bernardo, construida en tiempos de la Contrarreforma, y concebida para realizar las nuevas ceremonias barrocas donde la Iglesia Católica buscaba priorizar el hecho de sorprender y conmover más que difundir de forma razonada el mensaje de Cristo.

Su forma ovalada, inapreciable desde el exterior, es una de las primeras sorpresas con las que nos topamos al entrar. Es uno de aquellos lugares que tal vez no nos sorprenderían si los visitáramos sin más, pero tras las explicaciones del guía, que consiguió meternos en aquellas suntuosas ceremonias barrocas, con los enormes coros, la división del público, los pétalos de flores, la neblina causada por el incienso y los juegos con la luz del sol. Sólo por esta explicación, recomiendo encarecidamente a cualquiera que visite Alcalá que pague los 6 euros que cuesta la visita guiada. Salen a las 12 y 1as 16.30 desde la Oficina de Turismo de la plaza de Cervantes.

Detalles de callejuelas y de palacios nos llevaron hasta la antigua casa de Cervantes, donde visitamos reproducciones de cuartos de aquellos tiempos. Aunque la mayoría de muebles son reproducciones o de otra época, sirven para hacernos una idea de como vivió el escritor en castellano más universal.

Por último, acabamos la visita en la genial Universidad de Alcalá, antigua Universidad Complutense. Creada por el cardenal Cisneros, esta institución tuvo su gran época en los siglos XVI y XVII, estudiando allí grandes genios de la época como Lope de Vega, San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Tirso de Molina, Gaspar Melchor de Jovellanos, Quevedo, Calderón de la Barca... etc. Este ambiente dio esplendor a la ciudad de Alcalá.

Los edificios del claustro, la portada, los colegios mayores y menores... etc. Lugares de una belleza admirable. Aunque sin duda, el mayor atractivo es el Aula Magna, lugar donde anualmente los reyes de España entregan el prestigioso Premio Cervantes de Literatura. Además del detalle de sus techos y sus preciosos suelos, lo más impresionante es la explicación del guía de como era el exámen final de la Universidad de Alcalá en la época de su mayor gloria: duraba días, todos los profesores hacían una pregunta (a cuál más difícil)... y muchos otros detalles que aterrarían a cualquier estudiante actual. Las celebraciones a los aprobados y castigos a los suspensos son también sorprendentes. Si queréis saber exactamente en qué consistían estos exámenes, os invito de nuevo a acudir a Alcalá de Henares y hacer su visita guiada.

Antes de volver a Madrid nos dirigimos al convento de las Clarisas de San Diego a comprarles sus famosas almendras de Alcalá (garrapiñadas) que hacen las monjas. Al ser un convento de clausura, los paquetitos o cajas te las entregan por el típico torno. No os olvidéis de probarlas o de llevarlas a alguien como recuerdo.

Sin duda, Alcalá de Henares es una joya que descubrir al lado de Madrid.

1 comentari:

  1. Por fin te leo!

    Muy buena crónica. No falta nada!

    Me ha gustado mucho que animes a realizar la visita guiada. Sin ella, tendríamos una imagen mucho más simple del lugar.

    Sólo una cosa (y fue mi culpa): no era el Aula Magna, era el Paraninfo!

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